Asesinato en el colegio

 


Un día estábamos en el colegio, creo que dando mates. Nos habían mandado unos cálculos, y los estaba acabando justo cuando alguien disparó. O de eso nos dimos cuenta cuando Mar gritó de terror. Se había levantado al ver a Ramón tirado en el suelo, con una herida en el pecho. La pobre Mar fue a coger papel para limpiar a Ramón la herida. Pero el desmadre total no se produjo hasta que Celia, nuestra profesora, nos dijo:-Por favor, que alguien llame a la ambulancia, se ha muerto.

En ese momento, todos se volvieron locos. Todos menos yo. Yo en vez de gritar, pregunté:-¿No tienes el móvil? -No, lo he tenido que dejar en la caja fuerte.-Respondió. Me hizo una seña para que me agachara y me dijo:-En el quinto piso a la derecha podrás encontrarla. ¡Pero ten cuidado! Si no aciertas la combinación, saltara una alarma. Recuerda esto: el cero es la clave a todo. Buena suerte.-Eso me pareció siniestro, pero (después de recoger mis cosas y coger la mochila) me marché, con la esperanza de que el asesino/a siguiera en clase. Cuando llegué al quinto piso, saque lápiz y papel y doble el papel. La única puerta a la derecha era el despacho del director. «Normal» pensé. «¿Donde sino lo iban a dejar?» Y con esto, entré. Estaba vació, salvo por una silla en la que ponía: director.

En la otra punta se encontraba la caja fuerte. Introduje la contraseña y ¡pum! Me lanzó un rayo contra la otra pared. Cuando me desperté, vi una nota en la que ponía: doce.

Me acerqué e introduje el nuevo código. La caja se abrió llevándose consigo gran parte de la pared.

Me metí en aquel túnel, cerrando la puerta tras de mí. Me puse a caminar y, media hora después, llegué a una puerta. La intenté abrir, pero no cedió. Me quité una horquilla y forcé la puerta.

Cuando pasé la puerta, no di crédito a lo que veía. Era una sala de oro adornada con dibujos de aves fantásticas, y, en el suelo, ¡Había montones de dinero! Entonces supe donde estaba. ¡Estaba en la caja fuerte de la reina! En ese instante se me ocurrió que la directora Soledad fuera una ladrona.

Es más, podría ser la asesina de Ramón.

Me puse a rebuscar algún móvil con el que llamar a la ambulancia y a la policía para contarles mis sospechas. Pronto vi el móvil de Celia, enterrado por lo que creí que eran dos millones de euros.

Lo cogí y volví al colegio, donde se lo conté todo a Celia y despidieron a Soledad.

Me dieron un premio y fui feliz para siempre.

Fin.

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