UNA AVENTURA DE MUERTE SEGURA.

 

-Cuenta la leyenda…


-La llorona ¡hay que bueno! A ja ja ja ja.-Me interrumpió mi hermana Zoe.


-Muy lista genio pero no.


-Y ahora llegas y me dices cuenta la leyenda la llorona.


-Recuerda que tú me has pedido que te cuente esta historia.


-Pero no si te ríes de mi


-No lo hago. Bueno, que empieza la historia, si me dejas.


-Vale.


-Cuenta la leyenda que una vez un pirata bastante ¿raro? No se era bueno y a la vez malísimamente malo.


Pero dejémoslo en raro.


A ese pirata le cortaron no la mano, no no, el brazo entero.


Si, lo que oyes, entero.



Ese pirata se llama o llamaba Espadino Spada, como lo oyes s-p-a-d-a, y Espadino tubo un hijo al que le llamo Morto, y se lo que piensas y si, los dos tienen nombres horribles no, lo siguiente.


-¿Podemos pasar a la acción y buscar a esos piratas de una vez?


-Ya había pensado en eso, así que nos e preparado mochilas con ropa interior, normal y comida a, y cepillos de dientes y de pelo. Venga esta noche nos vamos a la playa, pero ponte el bañador.


-Como mola.


Aquella noche mientras bajábamos las escaleras Zoe me preguntó:


-¿Como iremos a la playa?


-En coche.


-Pero no tienes carnet para conducir, ¡Ni siquiera sabes!


-Eso es la parte mas guay.


En ese momento Zoe se estremeció de pensar en que de accidentes nos podría meter.


Ya en el coche, con los cinturones puestos, le pregunte:


-¿Unas ultimas palabras antes de que nos estrelle?


-¡aaaaaaaa!


-Calma que es broma, pero seria mejor que tubieras veinte cinturones.


-Entonces me…


-Y nos vamos.


-¡Sooocooorrooo!


-Zoe ya puedes abrir los ojos.


-Vas muy rápido ¡Ni siquiera es reglamentario!


-No me importa si es reglamentario o no.


-¡La policía!


-Señora, se a saltado el limite de velocidad.


-Adiós Manolete.


Fue lo ultimo que escucho antes de que pisara a fondo el acelerador.


-¿En serio, Manolete?


-Que, ese es su nombre.


-Vale,¿Y donde nos alojamos y en que playa?


-En Calpe y en el piso ese de la piscina en el primero. Con Lucia Rodríguez, que me había invitado.

Venga que ya estamos.


-¿Quien le dice quien…? ¿Selene?


-Lucía soy Selene ¿me abres?


-Claro.


En cuanto salimos del ascensor vi a Dafne mi mejor amiga y a Lucía.


-Hola, Dafne no sabia que venias.


-Ni yo que tu venias Selene.


-Sorpresa.


-Hola Lucía, Dafne.


-Uy, casi se me olvida, me e traído a Zoe.

-¿Donde están vuestros padres?


-En casa.


-¿Como habéis llegado entonces?


-En coche.


-Casi me mata o hace que nos encierren en la cárcel.


-¿Y tu Dafne?


-En la parte de atrás de vuestro coche.


-Anda pasad, estaréis agotadas.


A la mañana siguiente le contamos toda la historia a Lucía, porque Dafne ya se la sabia.


-Bueno, ¿vamos a la playa chicas?


Mi hermana y yo nos miramos.


-¡Claro!


Dijimos al unisono.


-Espera ¿Y tus padres?


Le pregunte a Lucía.


-Hice lo mismo, hasta lo del cuento, hace una semana.


-Madre mía.


Susurro Zoe.


En la playa, mientras Lucía buscaba un sitio, nos fuimos a bañar con Zoe, porque nos dijo que como no la lleváramos iría sola y se metería hasta el fondo.


-Quiero nadar.


-No sabes, de momento te pongo los brazos debajo.


-Dejame intentarlo, por fiiiii.


-Vale.


-¡Guay!


-Oye, nadas bastante bien para tu edad.


-Porque me estas sujetando. ¡Suéltame!

-No. ¿Porque si hay bandera verde hay una ola tan grande?


Pregunté.


-No se, pero apuesto a que es lo que buscábamos, coge la ropa y lancémonos.


-Vale, voy a avisar a Luci.


-Luci nos vamos a lo que estábamos buscando.


-¿El que es eso?


-No se, venga ven.


La ola nos llevo a una playa muy distinta a la de antes:


las olas podían llegar a tener dos o tres metros,


el agua estaba sorprendentemente limpia,


el cielo era gris y había un tipo de cueva.


-¿Donde estamos?


-No se.


-Selene estoy un poco mareada.


-Tumbate en la arena y duerme un rato mientras nosotras exploramos la cueva.


-Ahi yo no entro.


-¿Quien hay ahí?


-Soy yo, Naomí.


-¡Que bien! ¿Donde estas?


-Aquí, a dos metros, ¿O serán kilómetros? No se, tengo los ojos irritados por el mar.


-Son dos kilómetros, porque no te vemos.


-Ven Naomí.


-No puedo porque no os veo.


-¿Ves la cueva?


-Más o menos, sí, ¿por?

-Quedamos allí ¿vale?


Cuando llegamos a la cueva, ayudamos a Naomí con los ojos y nos dimos cuenta de que había PIRATAS.


Nos liamos a pegarnos.

Yo creo que los piratas había llegado un momento en el que los piratas no sabían por donde les iban ni les venían, porque se estaban tirando al suelo.


-¡ALTO! Solo queremos que nos dejen salir de esta isla del demonio.


-Vale ¿como os ayudamos?


-Tenemos que lanzarnos a una ola de bandera verde en ¿como era? ¿Clapo, Colpa?


-Se dice Calpe.


-Eso.


-Pues salid de la cueva.


-Problema dos, hay que matar a alguien de fuera. ¡ATRAPADLAS!


-¿Contentos? Nos tenéis atrapadas y nos vais a matar.


-A callar.


-Mmm. Listo.


-Llamadle, ella sera la muerta.


-Ya os desato, corred.


-Corre tu también.


-Vale.


Salimos echando chispas de la cueva y esperamos la mini ola de la que hablaron los piratas.

Por fin llego la ola.

Nos lanzamos sin pensarlo.


-Hasta otro día.


-¿Lucí, no te vienes?


-He pagado la casa para algo.


-Pues hasta otro día.


-Adiós.


Y volvimos a casa del mismo modo que salimos.


Cuando se lo contamos a nuestros padres no les hizo ninguna gracia.

-Y esta…


-Es la historia...


-Una aventura de muerte segura.


El fin.

Comentarios